1/11/2009

ARTURO COVA: UNA SITUACIÓN MÁS QUE TELÚRICA

La literatura, desde sus tiempos más pretéritos, se ha concebido como un instrumento de información que da cuenta de contextos históricos, culturales, sociales, religiosos, filosóficos, etc. Por tanto estas creaciones son articuladas de acuerdo a momentos determinados que pretende representar hechos fundamentales. Los escritores en cuya afanosa actividad parece interminable, se alimentan de diversas lecturas y experiencias de la vida diaria con objeto de moldear su desempeño escritural. Se trata, pues, de estudios absolutamente rigurosos para conseguir niveles estilísticos favorables. Recordemos: un Borges que se devoraba libros prefigurando y configurando dimensiones insospechadas. Un Allan Poe, tan plausible como fantasmagórico. Un Lovecraft ermitaño por voluntad y profeta como profesión. Un Kafka jugando a tolerar la convencionalidad. Un Maupassant intruso, cáustico y vehemente. Un Juan Luis Martínez, que entre copas y mujeres, yuxtapuso lo estrictamente objetual con palabritas poéticas. Un Sibelius y un Mahler disputando quién era más austero en sus composiciones musicales. Así, como en todos los campos de expresión artística, se entrevé dos conceptos motores: la disciplina del estudio y la elegancia del estilo. [1]


Bajo estas premisas, en 1912, la literatura Hispanoamericana vive un periodo de exaltación. Entre 1920 y 1934 se desarrolla un conjunto de obras acentuadas en contemplar paisajes autóctonos, lenguaje tradicional pobladas en expresiones y refranes, hombres exiguos de derechos sometidos por fuerzas mayores, violencia de los paisajes, colores, formas, mujeres de baja ley. Esta corriente centrada en la realidad americana, ha de llamarse Mundonovista. Autores como Ricardo Güiraldes, Rómulo Gallegos, Ventura García Calderón, Gonzalo Zaldumbide, Mariano Latorre, Jorge Gonzáles Bastías, son algunos referentes de esta concepción telúrica. Cabe subrayar la importancia de este último. No basta únicamente desplegar elogios a semejante vida rústica, humilde y tranquila de este hombre fundador de la maulinidad (2).

Es valorar su actitud, que frente a los cambios tecnológicos y las ráfagas de la empresa postmodernista, se mantuvo firme preservando lo que es propio de su pueblo, de la identidad cultural, de su vida en el campo chileno:


“A la Luna, amor,
Al amor, cantar;
Al arroyo, flores…
Nada más, nada más.
El que vive pobre,
Vive de esperar.
Una estrella brilla…
Nada más, nada más.
Los esteros corren
Camino del mar.
Benditas las aguas.
Nada más, nada más…”
(González Bastías -Canto de la Era)


Otro poeta perteneciente a esta generación, pero con matices marcadamente narrativos, surge en Colombia. José Eustasio Rivera en 1924 nos presenta su libro clave “La Vorágine”. Tras la guerra civil, Rivera y su familia encuentran una vida campesina, en la localidad de Ibagué. En este ambiente Rivera conoce la vida en la selva, las luchas de poder, la comercialización de caucho que posteriormente describirían en su libro. Sus constantes travesías y puestos designados por el Gobierno, posibilitaron captar una perspectiva empírica de lo que acontecía al interior de estas zonas. Examinemos la astucia y el esplendor de este libro: Arturo Cova, narrador, personaje y testigo, viaja con Alicia hacia la pampa. Ambos personajes poseen vidas disímiles. Cova, muchacho acomodado, corpulento y con dotes lírico. Pretendía conquistar a Alicia: no lo consigue. Su mente parece estar atormentada. Sufre de ensoñaciones caóticas y plasma vertientes surrealistas en prácticamente toda la historia:

“La noción del misterio surgió en mí. Gozábame en adiestrar la fantasía y me desvelaba noches enteras, queriendo saber qué cosa es el sueño y si está en la atmósfera o en las retinas.
Por primera vez mi desvío mental se hizo patente en el hosco Inírida, cuando oí a las arenas suplicarme: “No pises tan recio, que nos lastimas. Apiádate de nosotras y lánzanos a los vientos, que estamos cansadas de ser inmóviles.”(p. 91)


Alicia, mujer acostumbrada a realizar labores limitadas como coser y tocar piano, constituía un paradigma pasivo. Carecía de una voz imperativa, ignoraba todo tipo de quehaceres rurales, confundida en sus sentimientos pero segura de sus atributos físicos.
Tras su emigración, Cova se contacta con Fidel Franco. Él tenía una estancia tan simple como reconfortante. Allí reside con Griselda, su esposa. No podemos dejar inadvertido a los subpersonajes que toman forma y cuerpo del primer capítulo como El mulato Correa, Don Rafo (compañero del padre de Cova en campañas), Pepe Morrillo Nieto (el Pipa) que más adelante desempeña un cargo no menor, Sebastiana, entre otros. Sin embargo en este segmento aparece el cáncer del argumento: Narciso Barrera. Aparente cortesía de salón baña su imagen. Empero en la continuidad de la historia, se caracteriza por un espíritu ruin, con muchos secuaces a sus órdenes, con bienes materiales conseguidos de manera sospechosa. Gusta de fama, dinero, alcohol y mujeres. Alicia no parece ser la excepción:

- ¿De dónde salió ese sujeto? – dije en tono brusco, encarándome con Alicia, apenas quedamos solos.
- Llegó a caballo por aquella costa, y la niña Griselda lo pasó en la curiara.
- ¿Tú lo conocías?
- No.
- ¿Te parece interesante?
- No.
- ¿Resuelves aceptar el perfume?
- No.
- ¡Muy bien! ¡Muy bien!
Y rapándole el frasco del bolsillo del delantal, lo estrellé con furia en el patio, casi a los pies de la niña Griselda, que regresaba.
- ¡Cristiano, usté ta loco, usté ta loco! (p.28)


Nótese como Barrera va afianzando su magnificencia, como ejerce influencia en Alicia y como provoca a Cova.
A menudo y como es singular en toda la novela, aparecen y desaparecen personajes que agregan una pizca sutil, ya sea de forma directa intercambiando diálogos y haciéndose partícipes o bien actuando de manera tácita. Sólo quiero enfatizar a una mujer: Clarita. Asistió a Cova tras recibir un disparo. Se establece una oculta relación. Ella practica la prostitución involuntariamente, añorando por tener una vida normal alejada de las acciones pecaminosas. Clarita atiende a todos, pero centraba su atención en el joven Cova. No obstante se disgusta al enterarse que tenía otra mujer. Clarita desaparece del escenario. Cova y Fidel tiene otros objetivos a priori: la búsqueda de Griselda y Alicia que huyeron en rumbos desconocidos. Fidel quemó su propio rancho, hay ataques de locura, Cova expresa: ¡En medios de las llamas empecé a reír como Satanás! (p. 70)


Como se trata de una novela divida en tres partes, da la impresión que la primera nos presenta una vista panorámica de carácter introductorio bien procesado. En esta segunda estapa[2]

la historia comienza a desenvolverse con un hermetismo absoluto. No sólo abundan personajes, sino imágenes poéticas. Leyendo la primera plana, podremos descubrir el papel medular de la selva, sus propiedades y la interacción escabrosa entre individuos y alma natural. Digámoslo resueltamente. Es una anotación con tintes líricos invocando los típicos elementos de los Classic poetry: Luna, cielo, lomas, astros, dioses, paraíso, llorar, amar, ilusión, hombre, penumbra, majestad, cementerio, resucitar, luz, vibración, sangre, día, mujer, desiertos, venganza, pechos. Tanto hipérbaton y como hipérboles podemos encontrar. Tantas comparaciones como reiteraciones deslumbramos. Es como un poema del autor colombiano Porfirio Barba Jacob quien enmarca bellamente algunos recursos:


“…Hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
Que nos depara en vano su carne la mujer:
Tras el ceñir un talle y acariciar un seno,
La redondez de un fruto nos vuelve a estremecer…”

(Barba Jacob – Canción de la Vida Profunda)


Y es que en rigor un escritor puedes abordar perfectamente varios géneros literarios como se le plazca: dramaturgo y poeta, poeta y ensayista, cuentista y dramaturgo, poeta y cuentista, etc. Ahora bien pueden haber preferencias uno más que otro o quizás mayor virtud para trabajar en esto que en aquello. Sin embargo todo es finalmente válido, puesto que: “El hombre es una cosa vana, variable y ondeante, y es difícil formar sobre él un juicio definitivo y uniforme” (Montaigne.)


Como bien añadíamos, la segunda parte está incrementada de alusiones poéticas, aventuras, mitos, leyendas y más personajes. Arturo Cova y sus camaradas, oyeron la leyenda de la Laguna Mapiripana. Una indiecita tolerante a los nativos de la selva. Se le conocía cabalmente. Mas no en la noche cuando salía taciturna de su cueva. Un religioso quiso abarcar esta superstición. La esperó que saliera de su cueva. La vio y la siguió. Ella lo esclavizó y quiso castigarlo por su lujuria. Nada más truculento como ignominioso que succionarle los labios al desgraciado hasta hacerlo sangrar. Al tiempo ella quedó encinta y dio a luz a dos hijos: un vampiro y una lechuza. Quiso huir ante semejante desdicha. No pudo y murió en la cueva metamorfoseado en una mariposa, tal Gregorio Samsa de Franz Kafka. Vale la pena una segunda lectura a esta leyenda, tarea por supuesto del lector empedernido.
Arturo Cova y sus acompañantes se ven atemorizados por el fantasma de la selva. Ésta los conduce por reacciones adversas: los domina, se mofa y los retuerce hasta hacerlos perder la cordura. Un día el joven Cova conoce a Clemente Silva. Un viejo cuya experiencia en la selva les proporcionó seguridad en sus travesías. Rápidamente se generan lazos de confianza. Clemente Silva tiene poder y aconseja a los aventureros de los peligros en que están inmersos:

- Paisano, usted ha sentido el embrujamiento de la montaña.
- ¡Cómo! ¿Por qué?
- Porque pisa con desconfianza y a cada momento mira atrás. Pero no se afane ni tenga miedo. Es que algunos árboles son burlones.
- En verdad no entiendo…
- Nadie sabe ha sabido cuál es la causa del misterio que nos trastorna cuando vagamos en la selva, sin embargo, creo acertar en la explicación: Cualquiera de estos árboles se amansaría, tornándose amistoso y hasta risueño, en un parque, en un camino, en una llanura, donde nadie lo sangrara ni lo persiguiera; mas aquí todos son perversos o agresivos o hipnotizantes. Bajos estos silencios, bajo estas sombras, tienen su manera de combatirnos: algo nos asusta, algo nos crispa, algo nos oprime, y viene el mareo de las espesuras y queremos huir y nos extraviamos y por esta razón miles de caucheros no volvieron a salir nunca. Yo también he sentido la mala influencia en distintos casos, especialmente en Yaguanarí. (p. 131)


Estos pasajes que traduce Clemente silva, parecen incomodar al joven Cova. La cercanía de la muerte, la atrocidad de los árboles y el vaho de las alucinaciones estimula el disgusto del poeta:

¿Cuál es aquí la poesía de los retiros, dónde están las mariposas que parecen flores traslúcidas, los pájaros mágicos, el arroyo cantor? ¡Pobre fantasía de los poetas que sólo conocen las soledades domesticadas! (p.132)

Después de todo o nada es conveniente especificar cuatro puntos finales:


1.- Clemente Silva narra las paupérrimas vidas que llevan los trabajadores en las caucherías, los maltratos, los hacinamientos, el castigo, los bajos sueldos y las ignominias varias que se comenten a menudo. La pérdida de su hijo Luciano y su portentosa epopeya por hallarlo, le fue suficiente para engendrar un odio extremo.

2.- Clemente Silva dispone de un plus apropiado para la conexión entre Cova y Zoraida Ayram (llamada popularmente como la Madona, dado su carácter avaro). No sólo se establece una relación carnal entre Cova y Zoraida, sino que permite la emigración hacia las afueras de la selva. Aquí el joven Cova redacta un manuscrito detallando la urgencia de un personal calificado para que contemplase las fatalidades que se presentan es estas zonas. Un códice denunciador y que va destinado a las fuerzas públicas competentes.

3.- La figura del coronel Funes. Uno de los tantos traficantes de caucho. Es un líder indiscutible. Temido por muchos, pero odiado a granel. Sin embargo el sustantivo masculino Funes no es dictaminar hacia una persona. Es hablar de un sistema de hombres malos o de hombres con sentimientos malos. Funes se trasformó en un estigma para los desamparados. Un sujeto que articula pavor, cólera, repulsión. Una imagen opresora, una participación rayando en la circunstancialidad que claramente se puede representar en nuestros tiempos.

Individuos Funes hay por doquier. El gobierno anterior de los Estados Unidos estuvo liderada por un político texano con síntomas maléficos. Su poder hacia las fuerzas de masa y su legado de capitales económicos, lo han posicionado en un esquema piramidal ostensible.

Todos sabemos la pugna entre los Estados Unidos y Cuba. Las razones: cubos políticos y económicos. Fuertes bases ideológicas no permiten relacionarse entre ambos países. Pero aún más. Los EE.UU. también despliega su poderío en Colombia con el movimiento llamado FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias De Colombia). Es un conjunto de guerrilleros que abarca gran parte del territorio colombiano y sus zonas fronterizas. Ejecutan extorsiones a personajes públicos, matanzas colectivas, reclutamientos de civiles, diseñan instrucciones militares a niños y jóvenes sometidos arbitrariamente. Todo ello bajo los objetivos de: “acabar con las desigualdades sociales, políticas y económicas, la intervención militar y de capitales estadounidenses en Colombia, mediante el establecimiento de un Estado marxista – leninista, bolivariano, lo que es desestimado por el gobierno y también por gran parte del pueblo colombiano.”

Se les acusa de tráfico de drogas, violaciones y torturas a menores, quebrantar con el Derecho Internacional Humano y otras entidades del bien común. Dichos organismos como Human Rights Watch, le han solicitado a las FARC que deje de usar armas no convencionales (cilindros bombas, por ejemplo), pues según estos: "El continuo uso de cilindros de gas por las FARC muestra un flagrante desprecio por la vida de los civiles por parte de estos grupos armados". Y no sólo se advierten armas de esa envergadura, sino que suelen utilizar elementos químicos cuyos efectos son evidentemente terribles.
Se financian a través de los secuestros, el robo de ganado y los ingresos que obtienen del tráfico de drogas (más específicamente del polvillo blanco que enloquece al ser humano). Los secuestros, que en ello reciben millones de dólares, son efectuados con niveles de relatividad. Pueden ser de un tiempo breve como también pueden prolongarse por más de diez años. Íngrid Betancourt lo grafica básicamente, que postulando a la presidencia de Colombia, accedió a dialogar con los miembros de la FARC, no obstante termina siendo rehén.

Este sector terrorista tiene su repercusión en otros países: Venezuela, Perú, Ecuador, Paraguay, México, interviniendo en decisiones, siendo albergue de torturados y participando directa o indirectamente de su accionar. Mas nos surge la pregunta ¿acaso Rivera, que por medio de la literatura, fraguó una suerte de profetar al anunciar las injusticias de su tiempo y que hoy repercute con mayor intensidad? ¿Colombia y su tempestuoso itinerario histórico - social parecen interminables en actos infrahumanos, cuya realidad patriótica se relaciona más con meros discursos que con un compromiso cívico normal? ¿Podríamos aventurarnos a consensuar que el texto exploratorio – poético “La Vorágine” manifiesta acertadamente las melodías de un himno nacional, pues su estructura recoge no sólo un lenguaje propio, rico en expresiones y refranes, sino también condensa el pensamiento colectivo e ideológico de un pueblo intranquilo?
Y es que la Vorágine en su máximo esplendor es un concepto absoluto que debe profundizarse rigurosamente.

4.- Griselda y Alicia aparecen. Barrera es el culpable del rapto de aquellas mujeres. Se gatilla una lucha entre Cova y Barrera que tiene como consecuencia la muerte de éste al ser devorado por unos peces carnívoros. Al contemplar esto, Alicia que estaba embarazada sufrió un aborto. Empero cabe la posibilidad de que efectivamente haya nacido la criatura, según expresa Cova:

"Antenoche, entre la miseria, la oscuridad y el desamparo, nació el pequeño sietemesino. Su primera queja, su primer grito, su primer llanto fueron para las selvas inhumanas. ¡Vivirá! " (p. 186)


Concluye la historia con un croquis que dejó Cova al Viejo Clemente Silva indicándole las acciones a emprender. Sin embargo el epílogo nos aclara que el viejo Clemente Silva los ha buscado en vano por cerca de cinco meses y que, literalmente, se los tragó la tierra. Esa desaparición tan confusa como enigmática es fiel reflejo del poderío de la selva. Tal vez fueron atacados por la enfermedad muy frecuente denominada La Malaria(3)

y murieron por la carencia de medios curativos. O quizás se perdieron en la finitud de los pantanales repitiéndose la historia del naturista francés Mosiú. Estas coincidencias no resultan fortuitas, pues para Eduardo Neale – Silva ciertos personajes de la obra adquieren un grado de veracidad. En este sentido Neale – Silva compara los personajes literarios con amigos o conocidos de Rivera. Por ejemplo, Narciso Barrera se llamaba Julio en la vida real, Zoraida Ayram se llamaba Narcisa Saba y El Mosiú se llamaba Eugenio Bobuchon. Ciertamente gran capacidad de ingenio y maestría en Rivera.


En definitiva, la novela experimental, naturista y denunciadora llamada La Vorágine nos sugiere un arma de doble filo. Por un lado representa un sistema pasado y presente de un contexto puntual; proyectando fragmentos descomunales y de una verosimilitud respaldada. Por otro, es la definición lexicográficamente convenida de que “La Vorágine es un remolino impetuoso de las aguas”. Una suerte de maquinación demográfica colombiana que encarna vida y muerte. Un escenario en que se exteriorizan personajes y efectos reales / literarios bajo el so pretexto de cautivar mundialmente. Una novela violentamente enmarcada por un espíritu poético loable. “Es la Vorágine una de las más notables – si no las más notable- novelas modernas de hispanoamericanas y, desde luego, la más brillante y original de las novelas del periodo. Es por de pronto, la más turbadora de todas y acaso también la más sorprendente por la libertad y la audacia con que ha sido concebida. La revelación de las fuerzas telúricas en su tropical y monstruoso esplendor hace de la Vorágine una obra inigualada en la literatura Universal.”




NOTAS


[1] La revista “Razón Española”, cuya empresa recoge el pensamiento conservador de España e Hispanoamérica aparece el artículo: “La Elegancia de Gonzalo Fernández De La Mora” por Juan Luis Callejas, Nº 114, quien lo distingue como un sujeto poderosamente perspicaz. Lo tacha de “filósofo consecuente, literato elegante, disciplinado, lúcido, enérgico.” Valdría la pena dictaminar sobre su vida y más propiamente sobre sus aportes.


[2] Véase para mayor información el artículo del poeta Bernardo González: http://poesia-maule.com/revista/poeta/ensayos/article_69.shtml.


[3] También cabe recalcar que en prefacio de la tercera parte se manifiesta una posesión lírica admirable: muchos artefactos, singularidades apostróficas, alabanzas a hombres de trabajo y esfuerzo, etc. Corresponde a la consecución de un tratado lírico subliminal. Cova es un ser retórico por excelencia.


[4] Sin tener menor relevancia, José Eustasio Rivera fue acosado por esta enfermedad al internarse por el Orinoco. Una vez recuperado siguió su incursión pasando por el pueblo de San Fernando que describe en la Vorágine hasta regresar por Manaos a Bogotá en 1923.




BIBLIOGRAFÍA



Biblioteca del oro del estudiante, “La Vorágine” de José Eustasio Rivera, Sociedad editora revista VEA Ltda., Santiago, 1987.


Gran Diccionario Enciclopédico Ilustrado, Ediciones Occidente S.A., Santiago de Chile, 1993. p. 1.196.


Poesía Universal: Grandes Poemas, Empresa editora Zig – Zag S.A., Santiago de Chile, 1950. p. 426, 482.





WEBGRAFÍA


González Koppmann Bernardo: “Jorge González Bastías: Fundador de la Maulinidad”, http://poesia-maule.com/revista/poeta/ensayos/article_69.shtml.


La FARC: “Una Empresa interminable”: http://es.wikipedia.org/wiki/Fuerzas_Armadas_Revolucionarias_de_Colombia#Violaciones_al_Derecho_Internacional_Humanitario.


“La elegancia de Gonzalo Fernández de la Mora” Por Juan Luis Callejas: http://www.galeon.com/razonespanola/r114-cal.htm

2 comentarios:

MasielZagal dijo...

Tienes 1.349 visitas. Eres popular, jeje.
Nunca leí ese libro, creo habértelo dicho. Analizando la historia, a través de tu ensayo, la verdad es que tampoco me interesa mucho leerlo. Mera flojera.
Pero tengo que destacar, eso sí, tu capacidad de analizar y redactar. De ver ciertas cosas donde quizás alguien más no las vería.
Me están invadiendo.
Un beso niñito (o besososos, como dices tú). Nos vemos algún día, ojalá luego.
Me invadieron.

MasielZagal dijo...

1.350 visitas a tu blog. 194 visualizaciones de perfil.

A qué te refieres con la técnica bertoneana que, según tú, está obsoleta????

Ahhhhh???

te molestó lo del diálogo, te caché.